¿Han escuchado la historia de una niña de Camboya que no podía ir a la escuela porque quedaba muy lejos y no tenía calzado?, llega a asistir gracias a la generosidad de una buena persona que le obsequia un par de zapatillas y con ese solo gesto la posibilidad de aprender a leer y a escribir, su deseo a partir de eso, fue llegar a ser profesora. Un acto tan sencillo transformó la vida de una persona. Es una historia de la vida real que se hizo fábula, pero fácilmente podría pertenecer a muchos chicos peruanos. Antes de la pandemia, más de 440 mil adolescentes peruanos no tenían acceso a la educación, ahora tristemente, la pandemia acrecienta ese número, son 1’360,000 los que no estudian.

Por otro lado, un ciudadano inglés que se dedica a investigar sobre el desperdicio de alimentos, descubre los distintos y absurdos modos en que toneladas de comida se desperdician en el mundo, la mayoría de las veces porque no se hizo bien el trabajo y las regulaciones no permiten que sea donada; mientras tanto, hay millones de personas que no tienen suficiente alimento. Recuerdo claramente una vez, aproximadamente a las 22 horas que le pregunté al trabajador de un supermercado que harían con el pan que quedaba, me dijo con mucha tristeza: lo botamos. Afortunadamente, las disposiciones en Perú han cambiado en este sentido, en el año 2019 se consiguió controlar ese desperdicio mediante la Ley N° 30988 que promueve la reducción y prevención de pérdidas y desperdicios de alimentos, se ha avanzado y debemos seguir en esa línea.

Las historias como estás no acaban, las encontramos cada vez que abrimos el periódico, que vemos la televisión, que conversamos con un amigo o incluso solo observando a nuestro alrededor. Ante esto, solo pienso: Lo único que queda es Ayudar y Ayudar.

Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.
Eduardo Galeano